El amanecer de los muertos

Hoy quiero compartir una historia, primero pensé en seguir compartiendo más información, ideas y preocupaciones acerca del Covid, pero la realidad es que es una crisis que por supuesto nos ocupa y preocupa, pero hoy más bien quiero distraerlos.

El motivo es que el día de ayer, cerca de las 10 de la noche circulaba entre Colón y la comunidad de La Esperanza en el mismo municipio Era una noche con una luna preciosa y un buen amigo, que a pesar del cubreboca la plática inició con la pregunta obligada: si alguna vez en esa oscuridad de la carretera y el tiempo había vivido alguna experiencia paranormal.

Es inevitable para quienes crecimos en ambientes rurales crecer con historias acerca de la soledad de la noche. Me quedo con una en especifico y ésta, la recuerdo esperando no fallar en la memoria, me la conto Jorge Sánchez, mi compadre, compañero de algunas batallas. Alguna vez en la noche platicábamos del tema, acerca de las brujas.

En la tradición del pueblo, las brujas se manifiestan como seres sin ojos usualmente representados como señoras de edad avanzada, o como bolas de fuego en los cerros, pero en algunas ocasiones con manifestaciones de contacto del tercer tipo.

Me decía que cuando su niña estaba recién nacida, una noche comenzó a vivir esta terrible experiencia: a lo largo de la madrugada escuchó ruidos cerca de su casa; primero parecían pasos como de un animal paseando en el techo, de saber que podía ser un gato no parecía tener ningún problema pero en medio del silencio escuchó un lastimoso quejido parecido más bien a un aullido salido de ultratumba.

Ahí me comenta que fue en ese momento, cuando verdaderamente sintió un escalofrío recorriéndole la piel. Pensó en todas esas historias de las abuelitas acerca de que las brujas roban la vida de los recién nacidos para vivir una larga vida; al poco tiempo de los aullidos y los pasos se agregaron una serie de rasguños, al mismo tiempo por la cocina, que es la parte trasera de la casa y por su puerta principal, un lastimoso concierto de crujir de uñas o garras con el metal de la puerta y ahí si, a solicitar ayuda divina, una serie de Padres Nuestros y Aves Marías con mucha fe.

Comenzó así una cruel batalla de fe para alejar a las brujas de la pequeña. Me comenta que fueron varias horas de sufrimiento hasta que al final se alejaron de su hogar. Hoy lo platica de forma relajada, pero quienes vivimos una situación similar sabemos que al cobijo del sol esto parece una simple ilusión, pero al anochecer estas historias forman parte de nuestra cultura popular pero más bien de la vida misma.

Fue mi momento de la noche, el recordar historias que nos erizan la piel y nos recuerdan que estamos vivos por hoy.

Espero que la lucha siga siendo del bien contra el mal, pero lo más importante: que la lucha no sea por simplemente respirar como desgraciadamente lo es hoy, cuidémonos y procurémonos.

Que estén muy bien. Y en la medida de lo posible, quédense en casa.

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