- En memoria a los fallecidos por la pandemia
Termina un año muy complicado en medio de una pandemia que ha destrozado naciones. No somo des la excepción y bajo ese escenario se desenvuelve nuestro país con muchos claro-oscuros, con más negativos que positivos y con más incertidumbres que certezas de cómo nos irá en 2021 a pesar de que la vacuna estará supuestamente circulando ya.
Las reflexiones son profundas, insertos en el miedo, nos informan que el virus del SARS Cov 2 mutó y tiene una nueva cepa más contagiosa y sin conocer mucho acerca de él. Mientras eso sucede en Inglaterra, aquí no hemos podido superar la primera oleada de contagios, información que da a conocer la Organización Mundial de Salud, la que una y otra vez le enmienda la plana al gobierno de López Obrador por la indiferencia mostrada al tratamiento de la misma, es decir, falta mucho camino por recorrer antes de tener una enfermedad medianamente controlada.
Es muy válido lo que pensamos muchos de nosotros cuando esos miedos tienen fundamento en las acciones y emociones de un presidente enojado con sus detractores, y de ahí que el temor haga presa de todos si pensamos en la reacción que tuvo el gobierno en estos meses que hizo mutis y lo que nos espera cuando la enfermedad evolucione aquí; pero el pánico estalla cuando tenemos al frente una enfermedad tratada en términos electorales, con circo, espectáculo y sin que quede claro cuántas dosis, cuando y para quien.
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¿Qué no era un peligro para México? Habría que preguntárselo a los familiares de los más de ciento veinte mil fallecidos oficiales, -porque la cifra es por lo menos cinco veces mayor- si están conformes con las atenciones dadas, los primeros auxilios aplicados, los medicamentos suministrados, las camas utilizables, los ventiladores disponibles y las absurdas explicaciones proporcionadas.
Ellos ya no alcanzaron la cura, se fueron de esta vida sufriendo la irracional e incongruente visión de un gobierno que hizo autismo a las medidas preventivas y a su cuidado responsable; los que sobrevivimos tenemos la angustia de un futuro incierto en la que dependeremos de una elección y tener obligadamente que elegir entre vivir o morir según nuestra convicción política o filia partidaria.
¿Que ya no es como antes? Habría que ver las cifras, los logros, las acciones y analizar objetivamente cómo terminamos el año, con una navidad diferente, con nuestras relaciones más limitadas que nunca con amigos, familia y semejantes; hoy nos envuelve una esencia de tristeza, de alejamiento, huérfanos de ayuda, comprensión, empatía y calor humano, con un gobierno indiferente al que solo le importa ganar una elección; no solo resultó un peligro para México sino para la humanidad.