Unidos o divididos

Vivimos en nuestro país un clima de división, cada día en los medios y en las redes observamos que los mexicanos estamos fuertemente separados por profundas divisiones ideológicas y políticas. Desde el anterior proceso electoral que llevó a la victoria electoral que permitió que Andrés Manuel López Obrador fuera electo presidente de la república y ganará la mayoría de las cámaras de diputados y senadores se presentó este fenómeno con claridad.

La división entre los mexicanos no es novedosa, se ha presentado a lo largo de nuestra historia independiente, ocasionando guerras internas que ensangrentaron a la nación; la victoria de unos sobre otros no llevó a la reconciliación.

Al triunfo de la guerra de Independencia no se trastocaron las condiciones sociales que levantaron al pueblo en armas, se obtuvo la independencia, pero persistieron las diferencias económicas y sociales heredadas de la colonia, la dirigencia del país pasó de manos españolas a los criollos que no intentaron, o no pudieron, cambiar esas condiciones.
Los vencedores se agruparon en torno a personas que garantizaran la prevalencia de sus privilegios, primero, en un golpe encabezado por un militar proclamaron un emperador, el cual a su vez fue derrocado por grupos disidentes y proclamaron la república, que encuentra su expresión en la Constitución de 1824, que no alteraba el orden social.

Siguió una prolongada lucha de facciones, viejos insurgentes como Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, Nicolás Bravo llegaron al poder a través de revueltas, pero a su vez fueron desplazados por antiguos realistas que se incorporaron al final a la lucha independentista y que encabezaron grupos inconformes para preservar el poder en este clima de constante revuelta so forja la división de los mexicanos que aún persiste.

Las asonadas golpistas se sucedieron unas a otras y en ese ir y venir surge un viejo soldado realista, Antonio López de Santa Anna, quien ocupó la presidencia de la república en once ocasiones, y sobre los escombros de la sociedad mantuvo los anteriores privilegios.

Al triunfo del Plan de Ayutla encabezado por Juan N. Álvarez, mestizo hacendado de la Costa Grande del actual estado de Guerrero y a partir de él llegaron a la dirigencia nacional un grupo de modernos pensadores, llamados los liberales, que impulsaron una nueva forma de organización social y nuevas formas de producción lo que pretendieron con una nueva legislación, la Constitución de 1857.

Los derrotados se organizaron para pugnar por la preservación de la estructura social y política y se alzaron en armas organizados como los Conservadores, esta lucha ocasionó una sangrienta Guerra de Reforma que duró tres años y que con la victoria liberal llevó a los conservadores a buscar apoyo extranjero y promover a un emperador de origen austriaco, con la salida de las tropas francesas cae la efímera monarquía y se consolida el triunfo de los liberales, quienes también se dividieron y provocaron desconocimientos de la autoridad en turnos, situación que culminó con el arribo, mediante una rebelión, al general Porfirio Díaz, quien se mantuvo en el poder hasta 1911.

El gobierno porfirista, en lugar de impulsar cambios de beneficio social que se extendieran a todos los mexicanos privilegio el trato preferente a hacendados, inversionistas privados, nacionales y extranjeros, en tanto que la inmensa mayoría del pueblo seguía sumido en la miseria.

Con la revolución promovida y dirigida encabezada por un hacendado, Francisco I. Madero se acaba el porfirismo, pero no las condiciones de vida del pueblo mexicano, los derrotados se organizan y en una asonada destituyen y asesinan a Madero y otro viejo porfirista, Venustiano Carranza, a su triunfo se promulga en 1917 la actual Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que sienta las bases de la estructura social y plantea reivindicaciones laborales, agrarias y educativas que buscan llevar beneficios a las grande mayorías de trabajadores y campesinos.

No es una constitución rígida, inalterable, pues cada rato sufre modificaciones, muchas de han sido para impulsar nuevos derechos como el de los pueblos indígena o para marca cambios en la estructura económica.

Carranza fue derrocado y asesinado por facciones disidentes que aspiraban al poder, se suscitó un nuevo periodo de enfrenamientos, que llegaron a su fin cuando el Presidente Lázaro Cárdenas crea el actual PRI, que aglutinó a las diferentes facciones y liderazgos en torno a una institución, se consolida el reparto agrario y se avanza en materia laboral, educativa, salud, el país inicia el proceso de modernización con el arribo del panista Vicente Fox a la presidencia se consolida la vía democrática, como la forma de llevar al país, los partidos con diferencia de matices y acentos compartían el mismo proyecto nacional.

Así fue hasta que aparece López Obrador, quien se dedica a exacerbar las diferencias entre mexicanos y ofrece una nueva visión social buscando que a al término de su gestión esa división le permita transitar por la vía electoral a la consolidación de su proyecto de nación.

A vuelo de pájaro esa es la historia de la división que impera en México, no es nueva, pero si estaba tranquilizada hasta que López Obrador la fomenta en beneficio de su proyecto de nación, esa división se acentúa cuando otros mexicanos no comparten esas ideas y con el mismo ardor defienden sus tesis. Esta diferencia de visiones ya genera enfrentamientos entre mexicanos, hasta el momento verbales, después pueden llegar a la violencia, debemos evitarlo, debemos impulsar el respeto a la diversidad de unos y otros y no satanizar a los oponentes.

En la división perdemos todos, en el respeto se fortalece la vida democrática y la unidad entre nosotros. Es la vía democrática la que propiciará la unidad nacional, si se socaba continuará la división que tanto daño histórico ha provocado.

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