A inicios del siglo pasado la población que vivía en las ciudades no superaba el 15 por ciento del total a nivel mundial.
En el contexto nacional el dato más antiguo que se tiene registrado es del año 1950 y esta cifra era cercana al 43 por ciento, mientras que en el censo más reciente, esta misma cifra llegó hasta el 78 por ciento, lo que nos indica que la mayoría de la ciudadanía está migrando a las ciudades, provocando así, que la urbanización crezca de forma acelerada y en la mayoría de los casos de forma desordenada, ocasionando diversos problemas ambientales como son: la eliminación de la masa vegetal, el desplazamiento de la fauna, la contaminación de los compartimentos ambientales y la alteración del equilibrio ecológico que incluye al ciclo hidrológico.
Del año 1970 al 2017 el porcentaje de crecimiento del área urbana del municipio de Querétaro fue del mil 762 por ciento mientras que la población sólo creció en un 443 por ciento, esto nos dice que el desarrollo urbano es cuatro veces mayor que el poblacional. De mantenerse la misma tendencia, inevitablemente se tendría que seguir urbanizando el territorio por medio de cambios de uso de suelo.
Los programas de ordenamiento ecológico establecen los usos de suelo atendiendo a sus características ambientales y a su potencial de desarrollo. De acuerdo a la legislación en la materia estos pueden ser modificados bajo ciertas condiciones; lamentablemente, sobran ejemplos de casos donde se ha actuado fuera de cualquier legalidad.
Los cambios de uso de suelo tienen un impacto significativo en la hidrología. Ya que al alterar el ambiente se modifica también la capacidad de este para interceptar e infiltrar el agua de lluvia, que irremediablemente repercute en el aumento del escurrimiento de agua a las poblaciones menos elevadas ocasionando así un incremento de inundaciones.
Uno de los problemas más graves de nuestra ciudad, ocasionado en gran medida por el crecimiento de la mancha urbana, son las inundaciones, que han llegado a niveles como el del 27 de septiembre de 2017, dónde 400 casas se inundaron y una persona perdió la vida al ser arrastrada por la corriente.
Si queremos alcanzar un desarrollo sostenible, tenemos que cambiar la percepción de desarrollo que el neoliberalismo nos ha implantado.
Debemos buscar el beneficio de la colectividad poniendo especial interés en los más desfavorecidos y atendiendo a la protección del ambiente.
Hablar de Querétaro como punta de desarrollo, nos obliga a apostarle a gobiernos que protejan nuestros suelos, fomentando así la justicia social.