Mucho se ha dicho ya a favor y en contra a través de los medios de comunicación locales y extranjeros, desde que se dejaron ver, veladas primero y abiertas después, las intenciones del presidente de la República Andrés Manuel López Obrador y su partido, Morena, de reformar la Constitución Política para hacer una serie de modificaciones a la ley electoral, pero es necesario retomar el tema debido a nuevos acontecimientos que los ciudadanos debemos conocer para tomar una postura correcta sobre el asunto.
A la luz de lo que sucede, se habían quedado muy cortos quienes, en las campañas del ahora presidente, señalaban que era un peligro para México. Nada más exagerado, desproporcionado, excesivo y totalmente fuera de la realidad, se defendía él entonces. No estaba comprobada dicha aseveración, pero ahora la realidad evidencia que tenían mucha razón en quienes lo sostenían.
El presidente prometió demasiado en materia de generación de empleo, salarios, seguridad pública, salud, educación, de no endeudar al país, en materia de combate a la pobreza, y sobre todo de acabar con la corrupción y la impunidad, y hora como gobernante los resultados se pueden valorar con mucha certeza y exactitud.
La verdad es que ha cumplido demasiado poco, por no decir que nada, no solo en relación a los aspectos prioritarios mencionados, sino también en lo que concierne a respetar la voluntad de los mexicanos en materia electoral.
López Obrador, acostumbrado a hacer su voluntad con muchos humildes e inocentes mexicanos, en la medida que se acerca la elección de los gobiernos de Coahuila y Estado de México, este último, importante por influir, por el número de electores en la elección del próximo presidente de la República, él directamente ha desatado una campaña de desprestigio, ataques y linchamiento político al árbitro electoral, el INE, como respuesta a la exitosa marcha realizada el 13 de noviembre convocada por liderazgos y organizaciones de la sociedad civil, con la consigna: “el INE no se toca”, para evitar la pretendida Reforma con la que el gobierno tendría el control total de la elección e imponiendo a sus candidatos.
En lugar de gobernar para todos, su desmedida ambición de continuar con el poder, se ha dedicado a golpear al INE, convocando a sus más cercanos colaboradores y seguidores a la marcha del pasado domingo 27 de noviembre, según él a petición “del pueblo” para mostrar el “respaldo” por los “buenos resultados” de su gobierno durante los cuatro años de la administración morenista.
En vez de mostrar ecuanimidad, sensatez, recato y un poquito de vergüenza de la embestidura presidencial que el pueblo le prestó por seis años, actúa irracionalmente. El propio Secretario de Gobernación convertido en agitador y jefe de los diputados de Morena, Adán Augusto López Hernández, amigo, paisano y “hermano” del presidente, se encargó personalmente de redactar hasta en sus más pequeños detalles la Reforma para favorecer a sus candidatos.
Sabedores de que no cuentan con la mayoría calificada para lograr su objetivo en la Cámara de Diputados, les exigen a los morenistas que no consideran firmes para votar por su Reforma, que pidan licencia para el día de la votación y llamen a sus suplentes que sí llevan la consigna de obedecer, y según ellos sus planes A y B, mañosos seguramente, para salirse con la suya, como el desfile-marcha del presidente acompañado de sus acarreados, “corcholatas”, legisladores, integrantes del gabinete, gobernadores, Diputados, Senadores y empleados de los tres órdenes de gobierno, y sus “chairos”, ciegos apoyadores de la 4T para utilizarlos.
Fomentar la división y la violencia entre los mexicanos es prueba irrefutable de que a los morenistas y particularmente a López Obrador les importa el poder y no el país, el director de la UIF y coautor de la Reforma Electoral, Pablo Gómez en entrevista para el diario, MILENIO, reveló: habrá violencia en México “si siguen así y frenan algún aspirante a la presidencia” por violar la ley electoral. Inaudito, se proponen cometer delitos y al mismo tiempo culpar a las autoridades electorales. Después de esa declaración, ¿hay alguna duda de la perversidad, el cinismo y el descaro de López Obrador y su partido?