Juan Sánchez-Mendoza
En Nuevo Laredo los casos positivos de coronavirus siguen a la alza, pese a que el alcalde, Óscar Enrique Rivas Cuéllar, diga que su contención está a la baja.
Ciertamente, él compara las cifras de los infectados en este municipio con las expuestas en otros.
Incluso, hace un mes, cuando surgió el primer caso en Nuevo Laredo, el presidente municipal tomó medidas preventivas, pero ociosas, ya que de pronto le aparecieron muchos más y fue entonces que reclamó ayuda de la Federación y el Gobierno estatal.
Por ser Nuevo Laredo un punto fronterizo importante entre México y la Unión Americana las autoridades sanitarias pusieron un cerco especial. No él, ni su administración, aclaro.
De ahí que no tenga por qué vanagloriarse de las acciones y menos le pertenece la contención de la epidemia.
Menos cuando los gobiernos estadunidense y mexicano (federal como estatal) son quienes más buscan cuidar ese punto fronterizo, que le genera al país, acá de éste lado, miles de millones de dólares (en impuestos) y allá más recursos (en el mismo sentido) por transportar mercancías.
Cierto es que el mandatario, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, sabe de la importante que es es mantener a Nuevo Laredo libre del Covifd-19, como el presidente Andrés Manuel López Obrador, que han destinado recursos sustanciales ese puerto fronterizo tendientes a evitar un mayor contagio, pues, de aparecer drásticamente, tendría graves repercusiones no solamente a nivel estatal, sino nacional.
Ilusamente el alcalde neolaredense –Rivas Cuéllar–, a través de sus panegiristas, testaferros y sopla nucas, cree que colgándose de medallas ajenas obtendría su pase a las ligas intermedias en política.
Lo peor del caso es que se cuelgue medallas que o le corresponden.
El establecimiento de hospitales emergentes, por ejemplo, que según él puso en operación.
¿Acaso no son obra del Gobierno estatal?